(Publicado en Artnexus, No. 94, Vol 13, 2014. )
Desde el 6 de mayo y hasta el 27 de junio tuvo lugar en 532 Gallery Thomas Jaeckel en New York la exposición New Paintings after the long winter, segunda muestra personal en este espacio del artista cubano Armando Mariño que incluyó sus más recientes creaciones pictóricas. Siete telas de grandes dimensiones, todas pintadas al óleo durante el 2014, conformaron esta muestra. Tal como su nombre lo indica estas piezas salen a la luz luego de una intensa y larga temporada invernal en la cual el artista parece haberse abandonado a la contemplación del entorno natural y sus transformaciones durante la gélida estación, así como a la introspección y el disfrute de las sensaciones que la misma genera.
New Paintings… es tal vez la evidencia de una etapa en la que la obra del artista se libera de ciertas cargas críticas o conceptuales para concentrarse en el placer de la pintura en sí misma, en la experimentación cromática y expresiva, en la exploración de un género tan milenario como infinito: el paisaje. La mayor parte de estas obras resultan ser escenas nocturnas de la floresta, en las que el componente humano está siempre presente, ya sea de forma explícita o sugerida.
Una de las telas que da la bienvenida a la muestra es “Girl Crying”, escena en la que la inmensidad de un árbol en primer plano contrasta con el diminuto cuerpo de una joven que, sentada en una de sus ramas, oculta su rostro entre las palmas de sus manos. El impacto cromático de una paleta dominada por la intensidad del bermellón y la frescura de los trazos que van dejando las huellas de sus gotas en la superficie, contribuyen a crear una atmósfera altamente sugestiva que nos hace pensar en la verdadera dimensión de los dramas generados por las relaciones humanas ante la vastedad natural y física del universo que nos rodea y acoge.
Frente a esta en la galería encontramos el lienzo “The young artist” en el que destaca una figura que de espaldas al espectador observa desde la oscuridad el ambiente iluminado y albo de una vista nevada: dos árboles, la infinidad del paisaje y la nieve que cae en un día de sol. Es significativo el aspecto psicológico de esta composición cuyo personaje protagónico emerge de un imaginativo entorno en penumbras con destellos rojos ante el cual se abre una simbólica ventana al níveo e iluminado panorama. En este caso se trata de una pieza que predispone a una actitud contemplativa.
En sentido general la exposición está integrada por estas panorámicas bucólicas, basadas en intensos contrastes cromáticos de muy diversa efectividad evocativa que nos hace transitar un amplio espectro de sensaciones y estados de ánimo. Tal es el caso de “The tree house” y “Two tree houses”. En el primero de ellos la casa aparenta emerger de la exuberante vegetación nevada, cuyo ambiente gélido parece iluminar también la estancia desde dentro. La profusión de copos y destellos blancos que la circundan recrean una atmósfera casi festiva, que me inducen a pensar esta pieza como un canto al florecimiento de la estación helada. Como en el resto de las obras de la exposición, la experiencia perceptiva ante este lienzos se enriquece también con la amplia gama de texturas que consigue el artista en ellas. Por otra parte, obras como “The dreamer” y “The bride” muestran una relación más intimista de la figura femenina con el ámbito natural al punto de que esta última pieza, sui generis en el conjunto, introduce un interesante extrañamiento al fusionar la imagen de la mujer, en específico su rostro, con un motivo floral; lo cual añade a la muestra cierto carácter surrealista.
En general este conjunto de obras manifiesta una notable agudeza en el tratamiento del color y la expresividad del trazo así como en la diversidad de las atmósferas conseguidas. En esta ocasión el artista está interesado en reivindicar la pintura como manifestación y la tradición de un género como el paisaje, es por ello que nos ofrece este nuevo cuerpo de trabajos de sabor intimista que convidan a la introspección y la reflexión ontológica.